Doblajes
En la última edición de Coverage —el podcast que realizo junto a unos amigos de mente inquieta— charlaba con mi querida Elhestia sobre las diferentes opiniones en cuanto a ver una serie o película en V.O. o decantarse por la versión doblada al idioma correspondiente. Elhestia, profesional del mundo audiovisual, defendía y recomendaba (en ese momento comentábamos el impresionante trabajo de Tatania Maslany en la serie Orphan Black) ver ese tipo de contenidos en su formato original para apreciar correctamente el trabajo de los actores y demás equipo de producción; sin menospreciar en ningún momento el trabajo de los dobladores, vaya esto por delante.
Es cuestión de gustos. No hay mayor discusión. Pero sería injusto y estúpido no valorar el trabajo brutal que desempeñan los actores de doblaje en las adaptaciones. No es oro todo lo que reluce.
Puedo decir que gracias a la cinefilia de mis hermanos, he visto cantidad de películas de todo tipo —cosas de ser el pequeño—: cine clásico, de autor, aquellos taquillazos de los 80 y 90 (imagino que ya se sabe a cuales me refiero, ay)… Muchas de ellas estaban en versión original, en especial las de autor; porque por aquel entonces, queridos niños y niñas, no teníamos, ni de lejos, el acceso a todo el material que disfrutamos hoy. Y aunque pudiésemos conseguir tal o cuál película, muchas veces teníamos que conformarnos (¡y anda que no lo hacíamos!) con la versión original, o incluso traducida al idioma del país del que procediera la cinta. Y esto pasó hasta bien entrado el DVD, ya que algunas de las películas que nunca se habían estrenado aquí —y puedo asegurar que me refiero a obras de considerable éxito comercial en varios países—, solo contenían los doblajes y subtítulos para los países en los que si se habían lanzado. Era lo que había.
Por fortuna, uno nunca ha tenido problema con el inglés y, probablemente, las circunstancias que comento tengan algo que ver con esa habilidad, pero de no haber sido por la dedicación y buen hacer de mi profesora, en absoluto hubiese aprendido ni la mitad. Es por ello que me parecen injustas las feroces críticas que se realizan últimamente a los actores de doblaje de este país: que si cambian frases, que si se inventan palabras, que si ocultan los matices de la interpretación original… Son actores interpretando el papel que se les ha asignado y, le pese a quien le pese, en muchas ocasiones no solo adaptan a la perfección diálogos y demás, sino que llegan a superarlos y a darles una nueva personalidad, a veces más atractiva, a los actores originales. Además, cabe destacar que gran parte de su trabajo pasa por el director de doblaje; esa persona que planifica, programa horarios, y sí, también interviene en asuntos de dicción, lenguaje, sincronización e incluso la interpretación de los actores. Y no se queda ahí, habría que tener en cuenta que la productora también decide y que es el cliente quien da el visto bueno definitivo. Con cliente me refiero a los propios responsables de la película —quienes supongo no se lanzarían piedras a su propio tejado—.
Pero no solo se trata de doblar obras de lenguas extranjeras, existen obras hechas aquí en las que uno o más actores han tenido que ser doblados posteriormente. A veces son ellos mismos quienes se doblan, pero cuando esto no funciona —y parece ser que esto es muy frecuente—, es otro actor quien pone la voz con todo lo que eso conlleva. Y es que el doblaje es un trabajo más duro de lo que parece.
«Es cuestión de gustos. No hay mayor discusión. Pero sería injusto y estúpido no valorar el trabajo brutal que desempeñan los actores de doblaje en las adaptaciones. No es oro todo lo que reluce»
Decía Alfred Hitchcock que prefería ver cine doblado antes que la versión original subtitulada, pero a estas alturas de la película, el disfrutar de una obra en versión original o doblada depende de cada uno. Solo hay que configurarlo en las opciones del menú y listo. Aprovechemos la gran fortuna de poder escoger qué y cómo disfrutar de nuestras obras favoritas.